Tuesday, June 28, 2011

Su vida antes del internet


Los más jóvenes ya no recuerdan como era la vida antes de Internet, pero a mi, que tuve la desdicha de pasarme unos 25 años en ese mundo primitivo y atrasado, me parece como haber vivido en un batiscafo sumergido en las aguas estancadas de la ignorancia. Es cierto que uno podía llegar a desenvolverse intelectualmente con algún otro modelo de sumergible algo más amplio, pero cualquiera de ellos se limitaba al pueblo, al barrio de la ciudad, a la pequeña biblioteca o al frustrante espacio que se podía encontrar en la televisión, en la radio o en la prensa.
Desde nuestra perspectiva de modernos cibernautas, el mundo de antaño se presenta tan limitado y cerrado como una aldea celta perdida en los Alpes podía serlo para los trabajadores de la antigua Biblioteca de Alejandría.

Sin Internet difícilmente habríamos oído hablar de una gran cantidad de obras del siglo pasado, mucho menos habríamos conseguido llegar hasta ellas. Pienso en el cine o en la música que se distribuía por canales comerciales durante el siglo ** y principios del XXI. Y me pregunto cuantas obras geniales nos abrían pasado inadvertidas de no tener Internet. ¿Y a cuantas, de las que descansan en polvorientos sótanos, podríamos haber tenido acceso? Probablemente a muy pocas, salvo eventuales reposiciones que eran perseguidas grabadora en mano y cazadas de cualquier forma y como se podía cuando se podía.

Ahora en cambio vivimos inmersos en un sobrecogedor océano de datos que aumenta día a día en cantidades inimaginables, pero un océano que nos deja navegar libremente y nos permite decidir hacia donde queremos dirigirnos. Tenemos una inabarcable rosa de los vientos para elegir nuestras rutas y millones de nuevos continentes donde llevar a cabo mil y un pillajes, hasta hartarnos de joyas del cine, de la música, de la pintura o de cualquier otro tema afín al interés de nuestras búsquedas. Por eso me sorprende por donde deslizábamos nuestro intelecto antes de Internet.